Autorregulación
En 2005, la industria farmacéutica establecida en México asumió el reto de desarrollar un modelo de autorregulación, entendido como el régimen establecido por una organización, a partir de la creación de reglas, de la supervisión de su implementación y de su cumplimiento, y de una autoridad que no deriva del gobierno.
Las bases éticas de la autorregulación en un contexto de negocio se sustentan en la objetividad, la autonomía, la integridad, la transparencia y la eficiencia.
Sus componentes son:
La decisión voluntaria, y sin presiones externas, por parte de una industria o profesión para diseñar, establecer y cumplir un sistema de normas y disposiciones éticas y de integridad que regulen sus actividades, sus interacciones y sus conductas.
La estructuración de ese sistema de normas y disposiciones en un Código de Ética, fundamentado en el marco legal aplicable y en principios y valores que asumen la industria, las empresas que la conforman y quienes colaboran dentro de cada una de ellas.
Un sistema de seguimiento que permite monitorear el cumplimiento de las normas y disposiciones definidas en el Código.
Un órgano responsable de la administración, promoción, vigilancia y evaluación de la efectividad regulatoria y del cumplimiento del Código, así como de su actualización periódica para mantener un proceso de fortalecimiento continuo del sistema de autorregulación.
Un sistema de ética con consecuencias
Que reconoce y estimula a las empresas que cumplen con las normas y disposiciones del Código, que identifica y difunde las buenas prácticas que se generen en la materia y que impulsa la cultura de cumplimiento por convicción.
Que transparenta las acciones e interacciones que realizan las empresas adheridas al modelo de autorregulación.
Que cuenta con un sistema de quejas y denuncias que sanciona los incumplimientos del Código, así como con una instancia responsable de atenderlas y un órgano que las resuelve.